Había una vez un niño que vivía con su padre en el campo.
Eran muy pobres y apenas podían vivir con el fruto de sus tierras. El niño
subía todas las noches al tejado de la vieja casa a contar estrellas, esperaba
con gran anhelo que un día se cruzara en el cielo una estrella fugaz y poder
pedir un gran deseo que guardaba con recelo en el fondo de su corazón. Así pasó
las noches, las semanas y los meses hasta que por fin una noche el pequeño vio
una estrella que brillaba más que las otras y pidió su deseo. A la noche
siguiente al ver que su deseo no se había cumplido regresó al tejado y se
encontró con la estrella que brillaba más que la noche anterior, llamó a su
padre, se agarraron de las manos y juntos pidieron el deseo. Cerraron muy
fuerte los ojos y esperaron sentados que el deseo se cumpliera. Cuando el día
amaneció los cuerpos habían desaparecido bajo una gran piedra de fuego…
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