El pasaje de avión estaba sobre la mesa cuando llegó a casa,
a su lado una botella de champan de la que colgaba una nota que decía: “Te
espero”. Nunca ha sabido decirle “no” a una aventura. Preparó la maleta, miró
por última vez aquellas paredes llenas de felices recuerdos, cogió la botella y
dejó las llaves sobre la mesa. Cerró la puerta para siempre sin saber que le
esperaba. Antes de subir al avión lo
llamó para decirle: “En breve el destino nos unirá”. Subió al avión sin mirar
atrás, sin llevarse un último recuerdo, sin una última despedida. Una semana
después encontraron los restos del avión, su cuerpo nunca apareció.
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