martes, 10 de febrero de 2015

Comentario: Los Reyes, Julio Cortázar.

Hoy he decidido comentar un libro de Julio Cortázar, Los Reyes, no solo lo he escogido por la reinterpretación que hace del mito de minotauro sino también por el peso reivindicativo que tiene y que considero muy importante porque no deja de tratar temas que hoy en día están más de actualidad que nunca.  Cortázar es uno de los grandes autores de la literatura hispanoamericana y lo demostró en cada una de sus obras.

Julio Cortázar nació en Bruselas el 26 de agosto de 1914, de padres argentinos. En 1932 se graduó como maestro de escuela e inició estudios en la Universidad de Buenos Aires los que debió abandonar por razones económicas. Enseñó literatura francesa en la Universidad de Cuyo, Mendoza, y renunció a su cargo por desacuerdos con el gobierno. En 1951 se trasladó a París donde trabajó como traductor independiente. En 1938 publicó, con el seudónimo Julio Denis, el libro de sonetos Presencia

En 1949 aparece su obra dramática Los reyes. Dos años después, en 1951, publica Bestiario. A partir de los años sesenta se difunden los textos que le dieron renombre internacional, las novelas: Los premios (1960), Rayuela (1963), 62/ Modelo para armar (1968) y Libro de Manuel (1973). Otros libros que incluyen relatos, cuentos y géneros híbridos (ensayos, crónicas, cuentos, mini-ficciones y textos humorísticos) son: Final de juego (1956), Las armas secretas (1959), Historias de cronopios y famas (1962), Todos los fuegos el fuego (1966), La vuelta al día en ochenta mundos (1967), Último round (1968), Octaedro (1974), Alguien que anda por ahí (1977), Un tal Lucas (1979), Queremos tanto a Glenda (1980), Deshoras (1982). En 1984 recibió de manos de Ernesto Cardenal (poeta y entonces Ministro de Cultura de Nicaragua) la "Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío". Murió en París el 12 de febrero de 1984. Ese año en México se publicó el poemario Salvo el crepúsculo. A partir de 1986 han visto la luz las obras completas de Cortázar, incluso aquellas que habían permanecido inéditas. Su obra es un homenaje a la fantasía, el humor, la imaginación creadora y el manejo magistral del lenguaje.
MITO DEL MINOTAURO
Este mito tiene su origen en la isla de Creta, donde entre los años 2000 y 1400 a.C. se desarrolló una magnífica cultura que influyó sobre los griegos posteriores.  Creta, situada en un lugar estratégico del Mediterráneo, representó históricamente un puente entre el Cercano Oriente y Europa. Es así que buena parte de la mitología y religión griegas, que pueden ser catalogadas como cosmovisiones, tienen su origen en Creta. El minotauro es un ejemplo. 

Cuenta el mito que el  Rey Minos, ambicioso y ladino regidor, solicitaba indistintamente favores a los doce que acompañaban a Zeus, portador de la Égida, para luego incumplir en torno a las correspondientes libaciones pactadas. Producto de su desobediencia, el vindicativo Poseidón, Dios de los mares, castigó a Minos, a través de su mujer, Pasifae. Ésta, víctima de un deseo incontrolable sostuvo por intervención del Dios, relaciones prohibidas y contra natura con un toro blanco de su creación.

Para poder mantener relaciones íntimas con dicho toro, Pasifae recurrió a los servicios del genial artesano de ascendencia divina Dédalo.  Este le preparó un adminículo apropiado para el coito. Producto de esa relación entre Pasifae y el toro fue el monstruo Minotauro, mitad hombre (cuerpo) y mitad toro (cabeza). El nombre Minotauro resulta de unir las palabras Minos y  tauro (toro). Enterado el rey de este alumbramiento, ordenó a Dédalo a construir un laberinto para recluir al Minotauro. 

Los atenienses, que eran súbditos de Minos, debían ofrecer cada nueve años en calidad de tributo siete mancebos y siete doncellas para alimentar al monstruo. Cansado de tanto sacrificio al Minotauro, el joven Teseo solicitó a su padre que lo incluyera en el contingente que iba a ser remitido a Creta según la costumbre, pues tenía el propósito de matar al monstruo. Fue así que Teseo llegó a Creta. Allí logró enamorar a Ariadna, hija de Minos, quien sería una pieza clave para la concreción de sus planes. Gracias al hilo que le suministraba Ariadna, Teseo pudo volver sobre sus pasos y salir del laberinto una vez que había destruido al Minotauro. Ariadna y Teseo huyeron de Creta y se refugiaron en la isla de Naxos, donde el héroe ateniense -haciendo muestra de ingratitud- abandonó a su compañera.

El mito nos habla acerca de la soberbia y el anhelo desmedido de poder, por encima de numerosos temas que se vinculan al folclore griego arcaico, pre-olímpico, plagado de costumbres que apelan a la divinización de la figura Taurina. Y es que, lo que en un principio fuese una debilidad para el regidor, terminó por convertirse en ícono de poder e imposición para su reino, al ser el instrumento de opresión en contra de los atenienses, que como tributo de guerra, debían enviar a jóvenes, hombres y mujeres a morir como alimento y sacrificio para el monstruo.

El Minotauro ha llegado a nosotros a través de distintos medios y reutilizado por numerosos autores, desde que fuera compendiado en la enciclopedia de Apolodoro. Entre algunos de los ejemplos nos podemos encontrar con La Casa de Asterión de Borges, en el cual Borges se convierte en un narrador protagonista (se representa en el Minotauro), para enseñarnos el mundo de este personaje, el laberinto en el cual se siente prisionero, donde se encuentra ante una terrible soledad y lo que hace o piensa para entretenerse y gastar su tiempo, creando un mundo imaginario con pensamientos contradictorios a la realidad.  Esta obra también ha sido adaptada en el teatro. 
Sin duda alguna, este mito tiene una gran aparición en las artes plásticas como la escultura y la pintura. Un gran ejemplo de este medio es el pintor Pablo Picasso con su obra Minotauromaquia, en la que llega a crear a través de sus cuadros otra leyenda sobre el minotauro, dotandolo de una vida hasta su vejez. 

No se extrañan tampoco las versiones fílmicas como por ejemplo la película del director Jonathan English, Minotaur (2006), en la que se cuenta como cada cinco años, el pequeño pueblo costero en el que habita Theo se enfrenta a la tragedia del secuestro de nueve jóvenes que son ofrendados al Minotauro; dios al que veneran los despiadados soldados del Rey Deucalión, y que habita en los cimientos de un palacio lejano. Theo, valiente y audaz, consigue introducirse en el barco que transporta la nueva remesa de mártires para rescatar a la joven que ama; quedando abandonado a su suerte, junto a sus compañeros, en el laberinto que custodia el Minotauro. 

La manera en que el texto original ha sido recreado intertextualmente, no omite las versiones animadas, ni las versiones más cómicas en los comics, cambiando al monstruo por un ser más civilizado en algunos. Incluso tenemos la aparición del Arquetipo de Monstruo como villano en los videojuegos. 

Conocidos algunos antecedentes sobre el mito original, es el momento de  referirse al primer libro de Julio Cortázar, Los Reyes (1949), breve poema dramático-mitológico, que propone una nueva variante del tema del minotauro. En este libro se reafirman temas imprescindibles para al autor. Las preocupaciones del argentino frente al fascismo y la muerte del otro, esa alteridad castigada por prejuicios y la intolerancia del que reclama la violencia como única forma de comunicación. La forma en que el autor tergiversa la historia y como diseña diálogos que buscan emular las estructuras conversatorias de los clásicos, nos revelan a un Cortázar camaleónico, sumamente talentoso, de amplio registro y recursos narrativos.

Es un drama donde el autor propone la siguiente variante del mito del Minotauro: Ariadna no está enamorada de Teseo sino del monstruo que habita en el centro del laberinto, y lo que pretende es que el Minotauro escape sirviéndose del famoso "hilo" que lleva Teseo. Cortázar se las ingenia para que la historia tenga igualmente el desenlace conocido: a pesar de las intenciones de su amada, el monstruo elige morir a manos de Teseo. 

Los Reyes, es una historia de poder que recuerda el morbo gótico medieval en que papas y reyes se sucedían en función de crímenes y conspiraciones, las tres figuras que entran en colisión son regidores, de distintas intenciones y calañas, sin embargo reyes al fin y al cabo. He ahí, la intención del título. 

En torno a las figuras reales podemos referirnos al primero en el cargo, Minos, un decadente anciano, temeroso del destino que trae aparejada la figura del sicario que se aproxima a su reino cruzando los mares. Aquel mercenario guerrero, afamado domador que viene a su imperio a medirse con el último bastión de su soberanía, el minotauro. Puesto en una posición muy contraria a la que ocupa en la divina comedia como regidor de los infiernos, Minos ya no tiene el control de su imperio, esta disminuido lo cual aumenta los atributos de esa figura que se impone a fuerza de insultos y narcisismo. Nos referimos a Teseo que en boca del propio Cortázar, es un perfecto fascista. 

El apasionamiento ciego de Teseo, tiene su antagonismo, no en la caracterización de Minos, que opera tan solo como un complemento aditivo a las características maquiavélicas del Ateniense, el conflicto lo descubrimos en el corazón de la bestia, que más allá de su contextura y talante resulta ser un poeta, un anfitrión dionisíaco que opta por no devorar a los que son enviados como víctimas de su supuesto salvajismo, al contrario, el Minotauro los acoge y forma con ellos una utopía de comprensión en que se erige como padre, epónimo sabio y amante de la belleza, del canto y la cultura, es una incomprendida víctima de la represión que teme lo que no es capaz de asimilar y que por tanto le es preferible eliminar. 

Otro personaje importante es Ariadna. El término "Ariadna", español "araña", del griego "airò", etc. Interesa en este punto recordar que en la araña coinciden tres sentidos simbólicos distintos. Son el de la capacidad creadora de la araña al tejer su tela; el de su agresividad y el de la propia tela, como red espiral brotada de un centro. La mujer Araña con su tela puede dominar los movimientos del sol. El héroe que llega bajo la protección de la Madre Cósmica no puede ser dañado.

En el centro del laberinto está el Minotauro que remite a una imagen específica. La idea de centro es fundamental, lo mismo que la presencia de un sistema de obstáculos que hacen penoso y complicado alcanzar ese lugar prodigioso en el que se custodia la perfección. El "centro" es la zona de lo sagrado por excelencia, la de la realidad absoluta. El camino es arduo, está sembrado de peligros, porque, de hecho, es un rito del paso de lo profano a lo sagrado; de lo efímero y lo ilusorio a la realidad y la eternidad; de la muerte a la vida; del hombre a la divinidad. 

El laberinto encierra un sentido mitohermético. Lo que vendría a significar una expresión alquímica iluminada por el mito fundacional del símbolo, es en este sentido que la imagen del laberinto se consagra como emblemática del trabajo entero de la obra y de sus dos pilares mayores: el de la vía que conviene seguir para alcanzar el centro donde se libra el combate de las dos naturalezas; y el segundo, el camino que debe mantener el artista para salir de él. 

En conclusión, el Minotauro es el poeta, es un ser incomprendido por la sociedad que le rodea,  por esa razón es aislado. Se caracteriza con la figura del Minotauro porque es un ser único como lo son los artistas, seres irrepetibles porque todos son diferentes. Ariadna representa a las personas que son capaces de entender a los artistas, pero su amor no es capaz de cambiar la situación del poeta. Esto lo vemos con el intento de que el Minotauro salga del laberinto con el ovillo que ella le da a Teseo, pues finalmente, aunque él tiene la solución para escapar se deja matar por Teseo. Quizás el hecho de que el Minotauro se deje matar significa que prefiere la soledad y la comprensión de una minoría, antes que salir al exterior y verse sometido a las normas de la sociedad.

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