martes, 10 de abril de 2018

Comentario: Altazor, Vicente Huidobro.

No puedo ocultar mi gusto por la cultura vanguardista, independiente del movimiento al que pertenezcan los diferentes autores. Por ese motivo hoy quiero hacer una pequeña comparativa entre dos autores, uno muy ligado a la vanguardia desde sus inicios y el otro solo unido a la vanguardia en la última etapa de su vida. Para ello, he elegido una de las obras más importantes de Huidobro, Altazor pdf ; y del poeta Juan Ramón Jiménez su poema más trascendental, Espacio.

Vicente García-Huidobro Fernández nació en Chile en el año 1893 y falleció en 1948. Creador y exponente del creacionismo, es considerado uno de los cuatro grandes de la poesía chilena. Es el primero en dar a la vanguardia internacional un aporte hispanoamericano. En 1914, presenta en Santiago de Chile su manifiesto “Non Serviam”, su primer grito de rebelión total contra la poesía tradicional y el punto de partida de su creacionismo. En este manifiesto aparece la imagen de un poeta que se revela contra la madre Naturaleza. El poeta se define como un Dios por su acción creadora. 

Huidobro fue un poeta aéreo, envidioso del libre vuelo de los pájaros, que decidió encarnarse en la figura de un hombre que es ave: Altazor. Con este poema Huidobro culmina su utopía creacionista. El nombre de Altazor (altura/ azor) alude a la aspiración al vuelo, a la altura, a una visión sin límites que termina en una trágica caída. También este poema recibió el título de El viaje en paracaídas. Título que nos anuncia una caída, no un vuelo, amortiguada por un reciente invento militar y asociado a la supervivencia en la guerra. 

El poeta comienza la escritura del poema hacia el año 1919, en un período marcado por el fin de la Primera Guerra Mundial, una gran crisis existencial que la sigue, el realineamiento de la vanguardia europea y de la propia propuesta huidobriana. El autor utiliza el poema como una gran alegoría de la historia de la humanidad guiada por el empeño de ir siempre más allá, por rebelarse contra sus limitaciones y elevarse a la altura de Dios. El protagonista de Altazor es el hombre-artista, el poeta-aviador que adopta el gesto desafiante, rebelde, aventurero y trágico que ya adoptaron otras figuras como Prometeo, Ícaro, Adán o Cristo. El poema se debate entre la exaltación y la depresión, el mundo celestial y el mundo terrenal, lo que le seduce y lo que lo reclama. 

Me centraré en el Canto I, el más largo, casi setecientos versos, también es el que tiene una estructura más sólida. La preocupación central es de orden metafísico: la urgencia de arribar al significado de la vida, utilizando la metáfora de una caída temporal y espacial hacia el olvido. A pesar de eso, podemos encontrar ciertas similitudes entre este poema de Huidobro y poemas de la tercera etapa de Juan Ramón Jiménez. 

Primeramente, explicar que la crítica ha distinguido en Juan Ramón Jiménez tres etapas en su producción literaria: Etapa sensitiva (1898-1915); Etapa intelectual (1916-1936), definida por la ausencia de la anécdota, uso sistemático del verso libre (que tendrá una influencia decisiva en la poesía posterior), uso de formas métricas experimentales, mezcla de verso y prosa, verso blanco, collage, condensación de la palabra poética, con eliminación de adjetivos coloristas y sensoriales. El adjetivo será escaso, predominará siempre el sustantivo; Etapa verdadera o pura (1937-1958), donde su poesía es cada vez más profunda, y es un dialogo con un Dios que el identifica con la Naturaleza ó la belleza absoluta. 

A partir de este momento podemos empezar a observar las coincidencias en las teorías de estos dos grandes poetas. En primer lugar, siempre teniendo en cuenta que son dos autores pertenecientes a movimientos diferentes dentro de la vanguardia, podemos destacar que los rasgos formales que presenta Juan Ramón Jiménez en su segunda etapa coincide con algunas de las características de la nueva literatura propuesta por Huidobro, el Creacionismo. 

Centrándonos ya en la tercera etapa de Juan Ramón Jiménez, observamos que en el poema “Espacio”, alcanza lo que se ha llamado su tercera plenitud. La poesía antes que palabra es conciencia; inteligencia que permite al poeta nombrar. El concepto básico es que el poeta se constituye el núcleo de la creación, acumulando en su propio ser la sustancia de la vida misma. La conciencia expresada en lengua es la memoria del mundo y sólo el poeta le da significado. Vicente Huidobro postulaba que "El vigor verdadero/ Reside en la cabeza", mostrándose así partidario de la poesía como arte cerebral. Sin duda teorías similares, los dos parten de la misma idea a la hora de crear su obra. 

Otro tema de la poesía de Juan Ramón Jiménez es el ansia de no morir nunca; tema que recorre en "Espacio", cuyo final o estribo nos permite asistir a un diálogo estremecedor, taumatúrgico, donde el cuerpo se despide de la conciencia. El poeta se bate en la inmanencia de su ser, escindido en múltiples conciencias que pugnan sin encontrar la unidad. “Dios deseado y deseante” es otra vuelta al mismo tema que en "Espacio", pero ahora con menos inquietud trágica. 

También en el Canto elegido de Altazor, observamos el tema de la muerte como una caída. “Altazor morirás Se secará tu voz y serás invisible” (I, v.20). Una muerte necesaria, la conciencia se debe despedir del cuerpo para alcanzar todos los conocimientos de su propia persona y todo lo que le rodea, “Bebamos la tímida lucidez de la muerte” (I, v.165). Huidobro también tiene presente que hay más de un yo, “Soy yo Altazor el doble de mí mismo/ El que se mira obrar y se ríe del otro frente a frente” (I, vv. 123-124). Pero esta visión de varios “yos” no es la misma que tiene Juan Ramón. Tampoco podemos olvidar el ansia de eternidad que comparte con Juan Ramón Jiménez, también expresada en el canto, “¿Qué son tus náuseas de infinito y tu ambición de eternidad?” (I, v. 505). 

Otro aspecto que ha llamado mi atención es el lugar que ocupa el poeta dentro de la obra. Como ya se ha dicho en otras ocasiones, Huidobro considera que el poeta es un dios porque es capaz de crear nuevas realidades. En este verso, “Señor Dios si tú existes es a mí a quién lo debes” (I, v. 429), Huidobro habla con Dios y le recuerda que si existe es gracias a él, se pone como creador de Dios. Por lo tanto, como poeta- creador es un dios. 

Algo parecido ocurre en la tercera etapa de Juan Ramón Jiménez que ve la poesía como algo divino porque es original y principal, porque dios es su nombre. Idea de Poesía en relación con la divinidad, el poeta hace poesía y dios está en la poesía. Por lo tanto, Juan Ramón se presenta como un dios, dios de su propio universo, el universo en el cual se recrea (goza) y se re-crea (se regenera). Aparece su teoría del dios deseado (lo que está fuera del poeta, el mundo) y el dios deseante (la conciencia del poeta). Teoría relacionada con la idea de yos sucesivos del Krausismo en la que el yo último es dios. El poeta tiene que crear a dios, pero no es el dios cristiano. 

En los siguientes versos, “La palabra electrizada de sangre y corazón / Es el gran paracaídas y el pararrayos de Dios” (I, vv. 672-673), encontramos cierto parecido con la teoría del dios deseando y dios deseante de Juan Ramón. El mundo (dios deseado) debe pasar a través del poeta, a su conciencia (dios deseante), conseguido este proceso el poeta alcanza la plenitud, se convierte en un dios. La palabra es la herramienta a través de la que se expresa el poeta, en estos versos el poeta ya es un dios y la palabra tiene la función de paracaídas. 

En conclusión, podemos observar que Huidobro en su nueva literatura, el Creacionismo, comparte con Juan Ramón Jiménez no sólo rasgos formales sino también, en cierta forma, algunos temas como, por ejemplo, la idea del poeta como DIOS y el ansia de eternidad, entre otros. Todo eso lo vemos en su gran poema Altazor. 

“El sol nace en mi ojo derecho y se pone en mi ojo izquierdo”, (I, v. 391).

No hay comentarios:

Publicar un comentario