lunes, 16 de abril de 2018

Una casa con encanto.

Nunca se imaginó que a penas a un kilómetro de su humilde casa de campo se encontrara aquella vieja mansión que el tiempo había envejecido con cuidado. Desde su casa se escuchaba el chirriar de las ventanas mecidas por el viento que le llamaban incesantemente, así que no se lo pensó más y caminó hacia la casa. 

Cuando llegó se encontró con una gran puerta que le esperaba abierta al final de una escalera rota de tristeza. La subió despacio, peldaño a peldaño, como si a cada escalón le regalara unos minutos de vida. Al cruzar el umbral se sintió invadido por una especie de encantamiento que le nublaba la mirada, pero clarificaba su corazón. Un espectro de mujer se alzó frente a él, extendió sus brazos y recibió su último hálito, dejando atrás su cuerpo sin vida.

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