
Me sentía como una niña con zapatos nuevos. Ilusión y asombro me hacían retroceder en el tiempo, sumergiéndome en una vorágine de letras y arribando a las orillas de hermosos poemas. Caminaba subida en una nube por las estancias de la casa que lo vieron corretear de niño y jugar con las palabras ya de adulto. Sus manuscritos y tinteros que antes cobraban vida cada vez que sus manos los hacían bailar, ahora reposan en vitrinas siendo esclavos de las miradas, dueños del tiempo y cómplices de los recuerdos.
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